La recaudación de fondos por parte del fabricante de automóviles eléctricos, que todavía no ha lanzado al mercado su primer vehículo, destaca lo abundante que es el capital para las nuevas empresas.
La semana pasada, las acciones de las tecnológicas bajaron y una generación de emprendedores vio un atisbo de su propia muerte. Fue un recordatorio de que hace tiempo que es necesaria una corrección después de un año de grandes subidas y de que no habrá siempre capital disponible de forma tan fácil y tan barata.
Cuando hay mucho dinero para invertir, la estrecha conexión entre Wall Street y Silicon Valley puede parecer casi inquebrantable. Las start up tecnológicas que esperan cambiar el mundo hacen grandes promesas a los inversores deseosos de encontrar una razón para creer en ellas. Estas condiciones favorecen la inversión en empresas que afirman ofrecer una gran oportunidad de mercado.
Dos ejemplos claros ocurridos esta semana han sido la inversión de 4.600 millones de dólares en el fabricante de coches eléctricos de lujo Lucid Motors y los 1.600 millones de dólares recaudados por la compañía de taxis voladores Joby Aviation.
A pesar de los riesgos obvios de una oleada de capital en las start up tecnológicas, hay algunos beneficios. Por ejemplo, puede hacer que nuevas tecnologías lleguen a ser de uso generalizado: la burbuja tecnológica de hace veinte años fue un enorme despilfarro financiero, pero financió las redes de comunicaciones y la infraestructura digital que fueron la base de la siguiente generación de empresas de Internet.
La abundancia de capital también asegura la financiación para las tecnologías prometedoras, aunque no garantiza que sean comercialmente viables más rápidamente. La tecnología de las baterías ha tardado muchos años en cubrir costes. El hecho de que de repente haya miles de millones de dólares disponibles no puede acelerar esos procesos.
El peligro de las Spac
Pero hay que hacer dos grandes advertencias sobre este fenómeno, en concreto sobre el vehículo financiero de moda en Wall Street para las start up tecnológicas: las compañías de adquisiciones con fines especiales (Spac), que primero consiguen financiación y luego buscan una empresa prometedora con la que fusionarse.
La primera es que con esta nueva forma de capital riesgo financiado por las bolsas, los especuladores pueden obtener grandes beneficios mucho antes de que las nuevas empresas sean viables. Los inversores de capital riesgo tradicionales no suelen obtener beneficios o vender sus participaciones y ganar dinero con la venta durante años.
Un ejemplo de las ventajas de las Spac es el caso de Lucid. En teoría, la Spac implicada ya ha obtenido un beneficio del 87% con su inversión. Y sus promotores, que pagaron un total de 25.000 dólares por sus «acciones de fundador», tienen una participación valorada en 1.500 millones de dólares. La Spac también ha sido objeto de especulación salvaje. Su acción subió más del 400% por las perspectivas de un acuerdo, pero luego bajó casi a la mitad.
Existen algunos mecanismos para fomentar una visión a más largo plazo, como prohibir que los promotores de una Spac o sus inversores posteriores vendan sus participaciones y obtengan beneficios hasta que no transcurra un determinado periodo de tiempo. Pero los 18 meses de los fundadores de la Spac de Lucid no son nada en comparación con los muchos años que las compañías de capital riesgo tradicionales suelen tener que esperar para obtener beneficios.
La segunda advertencia es que es muy improbable que la estrecha conexión actual entre los inversores y los emprendedores sea duradera. Las condiciones financieras cambiarán. Aunque las start up cumplan las promesas que han hecho, les será difícil mantener o superar sus valoraciones actuales.
A diferencia de las empresas que salen a Bolsa mediante una OPV tradicional, las Spac prometen tener ingresos en el futuro. Joby ha declarado que no tendrá ventas hasta 2024, pero que sus ingresos serán de 2.000 millones de dólares dentro de cinco años. Lucid, que no ha lanzado aún su primer vehículo, predice que sus ingresos anuales superarán los 20.000 millones de dólares también en cinco años, una cifra que Tesla no superó hasta el año 2019. Estas promesas están apoyando las enormes valoraciones que se están registrando actualmente. En teoría, Lucid vale 24.000 millones de dólares. Tesla sólo alcanzó esa cifra cuando llevaba cinco años fabricando y vendiendo coches y un año después de que su innovador Modelo S saliera a la venta.
Pero cuando las circunstancias en Wall Street cambien, puede que muchos inversores ya no tengan la paciencia necesaria para confiar en esas promesas.
Fuente: Expansión.